De serie en serie para Nippon Animation
Aquí vamos con la continuación de este especial:
Tras ser despedidos de Toei Animation debido al fracaso comercial de Las aventuras de Hols, Príncipe del Sol y recién terminado su último trabajo como animador en La isla del tesoro de los animales, pronto Hayao Miyazaki y su inseparable Isao Takahata encuentran trabajo en el estudio A-Pro en el mismo 1971. Allí se les encarga la infantil Las aventuras de Panda y sus amigos, estrenada en 1972.
Al ver que la compañía no ofrece otros proyectos de garantías para dos animadores de gran futuro como ellos, deciden abandonar en cuanto en 1973 se les presenta la oportunidad de trasladarse a Zuiyô Enterprise (posterior Nippon Animation). Su primer trabajo es adaptar una novela clásica infantil de Johanna Spyri a una serie de televisión. En la dirección, Takahata y en el diseño, Miyazaki.
A Miyazaki le mandan a Suiza para diseñar los escenarios y preparar la producción de la serie. En 1974 ve la luz Heidi en el canal Fuji TV. El éxito es inmediato y no tardaría mucho en ser mundial. Debido a esto, Zuiyô decide crear el World Masterpiece Theater, un contenedor con la intención de realizar cada año la adaptación de un clásico de la literatura. En 1975 se inauguraría de forma oficial Nippon Animation y el contenedor con El perro de Flandes, pero ahí ya no tendrían nada que ver los dos animadores, que necesitaban un periodo de descanso.
Descanso que no duró mucho, puesto que en el mismo 1975 empezaron a preparar Marco, de los Apeninos a los Andes. Siguiendo el esquema que tan buenos resultados había dado en Heidi, Miyazaki es el que viaja, esta vez a Italia y a Argentina, para diseñar los escenarios. Takahata volverá a dirigir. Es una época dorada para los dos, que ven como se repite el éxito con la historia del niño que busca a su madre por todo el mundo.
A un ritmo frenético con series que se emitían durante todo el año semanalmente sin descanso (unos 52 episodios anuales) pero con la recompensa del éxito y el hecho de estar labrándose un nombre en la industria de la animación nipona, Miyazaki se somete durante estos años a las producciones televisivas dejando un poco de lado sus sueños iniciales de hacer cine. El negocio se impone y ahora es más importante hacerse un hueco que perseguir ambiciones de juventud.
Así llega igualmente un trabajo menor en Rascal el Mapache en 1976, en el que solo fue animador, y la colaboración con Takahata en la puesta en marcha de Lupin III para la compañía Tokyo Movie Shinsha. Y por fin una gran oportunidad: Dirigir su propia serie. Se estaba gestando Conan, el niño del futuro.
[Continuará...]
Si aún no lo has hecho, te invito a que leas las dos partes anteriores de este especial:
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