Hoy hace 25 años que La tumba de las luciérnagas de Isao Takahata y Mi vecino Totoro de Hayao Miyazaki vieron la luz en los cines japoneses. Una fecha muy especial que, curiosamente, se relaciona con este 2013 donde (casualidad o no) los dos fundadores del estudio volverán a estrenar películas en el mismo año, aunque esta vez no podrá ser a la par.
Porque sí, ese 16 de abril de 1988 las dos películas fueron lanzadas a la vez, en una sesión doble en la que se programaban una detrás de la otra. Por entonces Studio Ghibli no tenía el crédito que tiene ahora, se había fundado apenas 3 años antes y aún no habían logrado un éxito comercial destacable (que llegaría en 1989 con Nicky, la aprendiz de bruja y en sucesivos trabajos). En ese momento, fueron muchas las dificultades que se encontraron ambas películas para realizarse. De hecho, la locura de producir dos películas a la vez en un estudio de animación "novato" casi les cuesta la quiebra de la propia compañía.
Puede que la película de Miyazaki sea ahora más reconocida y Totoro se haya convertido en un elemento icónico de la cultura popular japonesa, pero fue precisamente Mi vecino Totoro el film que estuvo a punto de no realizarse. Mientras los productores confiaban en que La tumba de las luciérnagas sacara réditos de la popularidad de la novela de Akiyuki Nosaka en la que se basaba, el proyecto de Hayao Miyazaki era visto como una rareza inviable y poco comercial. Tuvo que ser la mediación del magnate Yasuyoshi Tokuma, auténtico mecenas de Studio Ghibli, el que lograra que todos se pusieran de acuerdo para afrontar la titánica tarea de que un estudio de animación pequeño y tan particular, realizara dos producciones muy exigentes a la vez, y que encima no tuvieran, a priori, un potencial comercial asumible.
Pero con el poderoso Tokuma de por medio, en abril de 1987 se pusieron en marcha por un lado Takahata para llevar a cabo el "encargo" de trasladar La tumba de las luciérnagas al cine; y por el otro Miyazaki y su peculiar Mi vecino Totoro, un compendio de viejas ideas del director y de recuerdos de su propia infancia.
Durante la producción paralela de ambos films hubo ciertas desavenencias entre ambos directores, puesto que al dividir a los equipos de trabajo de Ghibli se encontraron con que Miyazaki y Takahata querían quedarse con algunos de sus más talentosos colaboradores, como es lógico. Una de las grandes batallas fue contar con Yoshifumi Kondô, quien finalmente fue director de animación y diseñador de personajes de La tumba de las luciérnagas. Miyazaki, por su lado, se quedó con Kazuo Oga como director de arte.
Tras un año de intenso trabajo, ambas películas estuvieron listas para ser disfrutadas por el público. Los resultados de taquilla no fueron particularmente buenos, con una recaudación inferior a los 600 millones de yens de la época (unos 4,7 millones de euros al cambio actual). Nada comparable a las cifras que obtendrían películas posteriores como Porco Rosso (más de 2700 millones de yens) y ya ni hablar de los grandes taquillazos que llegaron con La Princesa Mononoke (más de 13500 millones) o El viaje de Chihiro (cerca de 22000 millones). Y todo esto, teniendo en cuenta que suponía la producción de dos películas, el doble de gasto.
Estos resultados hicieron sobrevolar la quiebra económica de Ghibli, pero apareció un factor hasta entonces inexplorado por el estudio: El merchandising. Los productos derivados de la película de Miyazaki y lo adorable que todo el mundo veía a Totoro, jugaron a favor para que fuera una inyección de dinero inesperada, pero como reconoce el productor Toshio Suzuki, absolutamente vital para que se pudiera continuar con el proyecto del estudio, se realizara Nicky, la aprendiz de bruja un año después, y con sus buenos resultados se cimentara el enorme éxito posterior de las sucesivas películas hasta hoy.
Artísticamente no solo cumplieron, sino que deslumbraron. Quizás su grandeza no resida tanto en el momento en el que se estrenaron, sino en la capacidad que han tenido, a lo largo del tiempo, de encandilar a distintas generaciones, tipos de público y espectadores de todo el mundo.
Hoy en día Mi vecino Totoro sigue siendo descubierta por niños y no tan niños, como una fábula distinta a los moldes del cine que se hace y se ve en estos tiempos, además de ser altamente enriquecedora. Mientras La tumba de las luciérnagas sigue rompiendo, 25 años después, la arraigada creencia de mucha gente (sobre todo occidental) de que la animación es algo menor y sin importancia destinado a un entretenimiento vulgar para niños. Takahata demostró, como lleva haciendo durante toda su carrera (antes y después de esta película) que él cuenta historias, más allá de la técnica utilizada.
Hoy se cumplen 25 años del estreno de dos películas míticas, que no solo marcaron el rumbo de Studio Ghibli, sino que cambiaron e influyeron de manera notable en toda la animación que se ha hecho posteriormente. Un buen día para celebrarlo, coger estas películas y disfrutarlas como lo hicieron por primera vez los japoneses aquel histórico 16 de abril de 1988.
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Generación GHIBLI sigue en:
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Lo que se llamaba antes sesión continua. Vaya contraste de emociones, los japoneses tuvieron que salir del cine destrozados emotivamente...
ResponderEliminarNací el mismo día, mes y año que se estrenaron estas dos joyitas ^^ Será un aliciente para amar tanto el cine de este estudio? jeje :)
ResponderEliminarUn saludo!!
@Daniel Mayoralas:
ResponderEliminarLa verdad es que es un poco bestia estrenar dos películas seguidas, aunque tengo entendido que se proyectaba primero 'La tumba de las luciérnagas' para que posteriormente 'Mi vecino Totoro' aplacara el mal cuerpo que te puede dejar el film de Takahata. Pero aún así, podía ser complicado tras ver 'La tumba...' tener ganas de ver otra película, aunque fuera la de Miyazaki...
@acbarra:
Pues entonces felicidades por tus 25 años! xD En serio, eso tiene que ser una señal, gran coincidencia. Si encima me dices que alguna de ellas es tu película favorita, es para analizarlo :-P
Un saludo, encantado de verte por aquí ^^
Si no me equivoco hubieron dos tipos de sesiones en cines. Aquellas donde se emitía primero La Tumba y, las otras, donde primero se proyectaba Mi Vecino Totoro. El caso es que desde Ghibli (no recuerdo ahora si fue el propio Takahata o Toshio Suzuki) comentaron que muchos de los que vieron primero Totoro se salían del cine porque no eran capaces de terminar La Tumba, sin embargo los que veían primero La Tumba se tragaban el "maratón" al completo.
ResponderEliminarComo curiosidad extra, añadir que, si no hubiera sido por La Tumba de las Luciérnagas, hoy en día no existiría Mi Vecino Totoro, no al menos la película que conocemos hoy en día, ya que en su momento se consideraba una apuesta arriesgada. Y mírala ahora, mascota de la compañía xD
@Chibisake:
ResponderEliminarSí, lo comento en la entrada, los productores no querían saber nada de 'Mi vecino Totoro' porque les parecía una idea un tanto estrambótica y descafeinada. De hecho, 'La tumba de las luciérnagas' fue básicamente un encargo de la editorial del libro, que era la que estaba buscando que se hiciese una película de animación sobre la novela, sin importar su rendimiento comercial. Fue Yasuyoshi Tokuma el que convenció a todos (poniendo dinero de por medio, claro xD) para que se realizase también 'Mi vecino Totoro'.
Cosas que pasan. Sin Totoro, Ghibli no habría sobrevivido, probablemente. Casi siempre son las pequeñas casualidades las que construyen los grandes objetivos ^^
@Álvaro
ResponderEliminarMuchísimas gracias! =) La verdad es que Totoro se ha terminado convirtiendo en una de mis películas favoritas de Ghibli junto a Nausicaa y Nicky (ésta última a cada visionado la disfruto más y más y en cambio otras del maestro Miyazaki como Chihiro o Mononoke cada vez se me hacen mas cuesta arriba). No sé, mi chip con Ghibli han cambiado bastante, veo mucho más redondas sus películas más sencillas y ligeras (exceptuando Nausicaa) que las grandes producciones.
Gran post :)
ResponderEliminarMe encantan ambas películas, tan geniales y dispares. No puedo pensar en La Tumba... sin querer llorar y en Totoro sin reír. Hubiera querido estar ahí. Saludos :)
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